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La biomasa es un elemento combustible que se obtiene de la materia orgánica de los residuos forestales, de la madera o de los desechos de la agricultura y que se emplea para producir calor. Es la energía renovable más antigua pues aquí se incluye la madera y los derivados de esta que nuestros ancestros empleaban cuando descubrieron el fuego.
TIPOS DE COMBUSTIBLES OBTENIDOS DE LA BIOMASA
Como citamos en el párrafo anterior, existen diferentes combustibles derivados de la biomasa, entre los que citaremos los más importantes:
La madera, más comúnmente conocida como “leña”, se puede considerar el combustible más antiguo derivado de la biomasa y aún hoy en día está muy extendido su uso en calefacción de pequeñas viviendas del ámbito rural. Las nuevas tecnologías aplicadas (gasificación) a las calderas de leña, que multiplican el rendimiento de las antiguas calderas convencionales, además de un coste de combustible relativamente bajo y abundante en nuestra comunidad, hacen de este sistema una posibilidad real para su uso en sistemas de calefacción para pequeñas viviendas unifamiliares. El poder calorífico de la leña oscila entre las 3.000 Kcal/kg a las 4.000 Kcal/Kg (dependiendo mucho este valor del grado de humedad de la madera).
El combustible más empleado derivado de la biomasa es el denominado “pellet”, que es un tipo de combustible granulado hecho a base del serrín obtenido de los desperdicios de podas, aserraderos o tala de árboles y de restos vegetales. En la elaboración del pellet no es necesaria la aportación de pegamentos y colas pues la propia lignina del compuesto orgánico hace la función de aglomerante. El poder calorífico del pellet depende en gran medida de la calidad de este y como término medio podríamos considerar que cada Kg de pellet aporta entre 4.200 y 4.500 Kcal de energía, que equivale al calor generado por 0,5 litros de gasóleo. Las briquetas serían un combustible similar al pellet pero de mayor tamaño y que se emplean en estufas.
Otro tipo de combustible derivado de la biomasa es la astilla, que consiste en restos triturados de madera y sus derivados que han pasado un mínimo proceso de secado previo a su combustión. El poder calorífico de la astilla depende sobre todo de su grado de humedad, pero puede llegar a valores de 4.500 Kcal/kg si este grado de humedad es bajo.
Existen otros combustibles derivados de la biomasa que se emplean en menor medida que los anteriores y sobre todo están condicionados a zonas geográficas concretas donde abunda dicho combustible (pepita de aceituna, cáscaras de frutos secos, etc.).
La energía obtenida de la biomasa en forma de calor se puede considerar la menos contaminante junto con la energía solar térmica.
SISTEMAS DE COMBUSTIÓN DE LA BIOMASA
Dependiendo del tipo de combustible de biomasa empleado y el uso al cual se destina, existen también diferentes sistemas que lo queman y transforman en calor, bien para sistemas de calefacción y producción de ACS domésticos como para grandes instalaciones industriales donde se pueden llegar a emplear para la producción eléctrica mediante cogeneración.
Las estufas de leña o pellet consisten en hogares en cuyo interior se quema el combustible para producir calor. En el caso de las estufas de pellet, llevan incorporada una pequeña tolva camuflada entre la estructura y sirve para almacenar una cantidad determinada de este combustible, que en función del diseño y tamaño puede disponer de mayor o menor autonomía.
En el caso de las estufas de pellet, también nos encontramos que la mayoría disponen de sistemas de encendido y control electrónicos, incluso programables mediante mando a distancia y que facilitan al cliente el manejo y programación de la misma.
Existen principalmente tres tipos de estufas:
· Estufas de aire. Son aquellas que desprenden el calor de la combustión directamente al ambiente donde se encuentran instaladas. Se suelen ubicar en estancias de gran superficie como pueden ser salones y comedores.
· Estufas de aire canalizable. Las estufas de aire canalizable son una variante de las anteriores con la diferencia de que a estas últimas se le pueden acoplar conductos de aire que canalizarían el calor a otras estancias diferentes de la vivienda, sin necesidad de ventiladores.
· Estufas de agua. Las estufas de agua son físicamente similares a las de aire y la diferencia estriba en que en las de agua podemos conectar un circuito de calefacción cerrado, mediante radiadores o incluso suelo radiante.
La desventaja de las estufas frente a calderas es que la autonomía se reduce considerablemente y obliga a cargas continuas de combustible (pellet, leña o briquetas) que en determinados casos puede llegar a ser una importante incomodidad dependiendo de la facilidad de traslado del combustible hasta donde se encuentre la estufa.
Las estufas pueden considerarse también como un elemento decorativo, además de la generación de calor y existen en el mercado numerosos modelos de gran calidad de diseño, con diferentes formas y colores.
CALDERAS DE BIOMASA
Las calderas de biomasa son aquellas que emplean como combustible lo que su propio nombre indica. Normalmente se conoce a las calderas de pellet como calderas de biomasa por ser el combustible más extendido y conocido en nuestro país actualmente, aunque también se deberían incluir aquí las calderas que queman pepitas de aceitunas, cáscaras de frutos secos, madera, etc. En este apartado sólo nos detendremos en las calderas de biomasa que queman pellet como combustible.
Las calderas de pellet (algunas pueden quemar también pepitas de aceitunas) son físicamente muy similares a las calderas convencionales de gasóleo y constan principalmente de: un hogar por donde circula el agua que vamos a calentar para el sistema de calefacción (u otras aplicaciones); un quemador de pellet; una chimenea y el sistema de regulación de la misma.
El pellet dispone de la mitad del poder calorífico que el gasóleo, y en la mayoría de casos se hace imprescindible disponer de un silo de almacenaje para garantizar un suministro de combustible a la caldera. Para hacernos una idea, citaremos un ejemplo:
Si en una instalación de una vivienda disponemos de un tanque de gasóleo de 1.000 litros, para poder disponer de la misma reserva en pellet, precisaríamos un silo de 2.000 Kg. Aunque existen calderas con pequeños silos incorporados (de hasta 400 Kg de capacidad) y de carga manual, generalmente se ha de disponer de un silo de almacenaje.
Los silos de pellet se fabrican generalmente de lona para cantidades de hasta 6 toneladas, aunque también existen modelos de chapa galvanizada o de plásticos resistentes (silos de enterrar) y es necesario disponer de unos mínimos espacios para su instalación. También se emplean en instalaciones de gran tamaño silos de almacenaje hechos de obra mediante tabiquería o paneles prefabricados.
La caldera se alimenta del silo a través de un sistema de succión o mediante uno o varios tornillos sinfín.
Los equipos empleados por Solargal en sus instalaciones incluyen sistemas electrónicos de control avanzados que permiten modificar y ajustar todos los parámetros de funcionamiento de la caldera, gestionar la misma por control remoto y regular de forma totalmente automática la carga del pellet desde los silos para su combustión.
CALDERAS DE LEÑA
Las calderas de leña o madera existen desde hace siglos y aunque la finalidad de éstas siga siendo la de quemar el combustible para la producción de calor, lo cierto es que también en este tipo de calderas se ha avanzado mucho tecnológicamente con nuevos sistemas de control más automatizados y con la tecnología de “gasificación” o “llama invertida”, que consiguen mejorar los rendimientos y autonomía de los modelos más antiguos.
Las calderas de leña incorporan también chimenea y hogar pero a diferencia de las de pellet, no se dispone de silo de almacenaje de combustible y éste se almacena en la propia cámara de combustión incorporada en la caldera. Este hecho implica que a mayor tamaño de la cámara de combustión, mayor potencia y autonomía tendrá la caldera. Algunas calderas de gasificación o llama invertida existentes en el mercado pueden llegar a funcionar con una sola carga en tiempos superiores a las 24 horas.